martes, 10 de julio de 2012

Junio


Luz de agosto
De William Faulkner

Cuando conocí a mi gran amigo y mentor, Juan Pablo Torres, lo primero que me preguntó, luego de saber que estaba publicando mi primer libro, era si había leído a Faulkner. Yo le respondí que, salvo Una rosa para Emily, no había leído nada de él. Juan Pablo no me lo dijo explícitamente, mas yo me di cuenta que era un verdadero atrevimiento no haber leído a Faulkner y pretender publicar un libro. Ahora, luego de casi diez meses de la publicación de esa suerte de meconio titulado El hombre de a cero, he leído Luz de agosto de Faulkner (libro que Juan Pablo me recomendó para empezar con Faulkner). Luego de haberlo terminado me doy cuenta del grave error que cometí.
En Luz de agosto, Lena Grove emprende la búsqueda del hombre que la embarazó y con el que espera encontrarse para iniciar una nueva vida en familia. Paralelamente se cuenta la historia de Joe Christmas, un negro al que se hace pasar por blanco en sus primeros años, y su duro crecimiento, primero en un orfanato, luego con un padre adoptivo estricto y fanático y luego en el pueblo de Jefferson, donde termina asesinado por la masa ardiente e inhumana que conforma los habitantes del extremadamente racista sur profundo de los Estados Unidos.
Novela indispensable, de estructura complicada, pero apasionante, que desnuda a los sucesores de este genio estadounidense y nos muestra su verdadera grandeza. Abarca mucho y aprieta mucho. Gran maestro.

La conciencia de Zeno
de Italos Svevo
No podría afirmar, sin temor a equivocarme, que La conciencia de Zeno sea la mejor novela italiana del siglo veinte, ya que tenemos a El desierto de los Tártaros de Buzzatti y a Sostiene Pereira de Tabucchi y aún no he leído ni el Gatopardo ni las novelas de Moravia ni las de Pavese ni muchísimas otras; pero de que es una obra maestra, es una obra maestra. Un autentico novelón.
Zeno Cosini es un adicto al tabaco un tanto hipocondriaco además de un pésimo hombre de negocios. Él se somete a unas sesiones de psicoanálisis con su psiquiatra y este le recomienda escribir su autobiografía como terapia. En ella hilvana recuerdos que van construyendo un personaje inolvidable y a veces bastante cómico.
Obra exquisita, de humor excéntrico (humor que vale la pena estudiar) y reflexiones insólitas.

Viaje al fin de la noche
De Louis Ferdinand Celine
Ferdinand Bardamu, especie de alterego del autor, en un momento de locura se enrola en el ejército francés en plena I Guerra Mundial, hastiado de los horrores de esta, es enviado a las colonias francesas en África, de donde también escapa pero es tomado por galeote en un barco en el que llega a Norteamérica, de donde, luego de una serie de desengaños, vuelve a Francia para terminar sus estudios de medicina y ejercer su profesión en un pobre barrio parisino, para terminar administrando una extraña clínica.
Maldito libro. Desgarrador y deprimente. Creí que su lectura sería vertiginosa y atrapante, pero en mi caso no fue así. Demoré bastante en leerlo y no lo aprehendí como hubiera querido. Quedé fascinado, eso sí, por la cantidad de belleza extraordinaria que encontraba en cada página, en cada oración, en cada frase.

martes, 3 de julio de 2012

Placer


Muchos objetivos se pueden perseguir al abordar un libro, pero uno de los más sinceros y gratificantes es la búsqueda de placer. El placer que puede dar un libro es incomparable.
De todos los libros que he leído hay muchos que me han causado una impresión tremenda, que me han ocasionado vértigo por su magnitud y genialidad, pero su lectura no siempre me ha sido extraordinariamente grata. Por ejemplo Pastoral Americana me parece la mejor novela de Philiph Roth (de las que he leído), es realmente magnífica e incomparable, luego de terminarla quede aturdido y sin poder reaccionar, sin embargo mientras leía El mal de Portnoy, del mismo autor, me regocijaba más, gozaba con cada página y no podía parar de leerlo. Algo parecido me parecido me pasó con Hijos de la Medianoche de Salman Rushdie y Cien años de soledad. Hijos de la medianoche me mantuvo pegado al libro, disfrutándo un goce sin comparación; mientras que Cien años de soledad, aunque definitivamente me parece una novela mejor que la anterior, no me causó tanto placer.
Por eso hace un par de semanas me propuse hacer una lista de los libros que más placer me han causado y resultó la que sigue (no tiene orden):

  • Tres tristes tigres – Guillemor Cabrera Infante
  • Hijos de la medianoche- Salman Rushdie
  • El desierto de los Tártaros- Dino Buzzatti
  • El mal de Portnoy- Philiph Roth
  • Un amigo de Kafka y otros cuentos- Isaac Bashevis Singer
  • La palabra del mudo- Julio Ramón Ribeyro
  • El maestro y Margarita- Mijail Bulgákov
  • La marcha de Radetsky- Joseph Roth
  • La guerra silenciosa- Manuel Scorza
  • El beso de la mujer araña- Manuel Puig
  • Don Quijote de la Mancha- Cervantes
  • El mundo según Garp- John Irving
  • La amigdalitis de Tarzán- Alfredo Bryce
Luego de hacer esta lista le pedí a tres amigos (Juan Pablo Torres, Jorge Monteza y Giovanni Barletti), grandes lectores y narradores (aunque la afirmación anterior no se haya comprobado todavía en uno de ellos ja ja), que redactaran las suyas, con un aproximado de diez libros por lista. Aquí se las dejo:

Juan Pablo Torres
  • Bajo el volcán, de Macolm Lowry.
  • Guerra y paz, de Lev Tolstoi.
  • Teatro (sí, casi cualquier página), de William Shakespeare.
  • En busca del tiempo perdido (todo, pero especialmente, A la sombra de las muchachas en flor), de Marcel Proust.
  • ¡Absalón, Absalón!, de William Faulkner.
  • La trilogía de Depford (sobre todo El quinto en discordia), de Robertson Davies.
  • Los reconocimientos, de William Gaddis.
  • Suttree, de Cormac McCarthy.
  • Llámalo sueño, de Henry Roth.
  • El gran sertón: Veredas, de Joao Guimaraes Rosa.
  • El teatro de Sabbath, de Philip Roth.
  • Del tiempo y el río, de Thomas Wolfe.
  • La marcha Radetzky, de Joseph Roth.

Jorge Monteza
Copio (sin autorización del autor) una aclaración antes de mostrar su lista:
Estimado joven de a-cero: tu planteamiento me sugiere la siguiente digresión: En literatura se me hace imposible separar lo bueno de lo placentero. Que no siendo lo mismo, desembocan en lo mismo: buena literatura. Aquella que es buena precisamente porque nos proporciona goce intelectual (como sugería Borges) y goce estético a la vez. Aunque la literatura se asemeja en muchas cosas a las mujeres se diferencia en algo sustancial: la mujer que es buena no siempre es la mujer que está buena. El hecho de que se pueda hallar ocasional y casi excepcionalmente en una mujer con ambas cualidades no quiere decir que estas no se distingan. En la literatura esto no se puede. Haciendo esa aclaración y sin traicionar ese principio, hago una lista de diez libros:

  • El Quijote / Miguel de Cervantes
  • Los viajes de Gulliver / Jonathan Swift
  • El nombre de la rosa / Umberto Eco 
  • El poder y la gloria / Graham Greene
  • Las olas / Virginia Woolf
  • Luz de agosto / William Faulkner
  • Ficciones / Jorge Luis Borges
  • La metamorfosis y otros cuentos / Franz Kafka
  • Las ciudades invisibles / Italo Calvino
  • Todos los cuentos / Julio Cortázar
  • Los ríos profundos / José María Arguedas
  • Un mundo feliz / Aldous Huxley
  • La insoportable levedad del ser / Milan Kundera
  • El extraño caso de doctor Jelyll y Mr. Hyde y otro relatos / Robert L. Stevenson.

Giovanni Barletti
  • Catedral/ Raymond Carver.
  • Cartas a Theo/ Vincent Van Gogh
  • La casa de cartón/ Martín Adán
  • Cuentos/ Ernest Hemingway  
  • Cuentos completos/ Julio Cortázar
  • Winesburg Ohio/ Sherwood Anderson        
  • A sangre fría/ Truman Capote 
  • Los miserables/ Víctor Hugo
  • Dublineses/ James Joyce        
  • En el camino/ Jack Kerouac    
  • Cuentos completos/ F.S. Fitzgerald
  • Los detectives salvajes/ Roberto Bolaño

Copio (con autorización del autor) un texto que escribió para la ocasión.
No sin esfuerzo he tenido que hurgar en mi mente para recordar aquellos libros me proporcionaron gran placer. Quizás no sean los mejores que he leído (algunos sí), pero de sus lecturas guardo especial constancia no sólo por su maestría sino porque llegaron a mí en épocas inmejorables, de inquietudes estéticas satisfechas y acontecimientos personales que alegraron aún más mi existencia. Catedral fue un verdadero deslumbramiento por la simpleza del lenguaje y el significado implícito que puede guardar cada palabra. Vincent Van Gogh se convirtió inmediatamente en mi ídolo con sus atribuladas cartas y su pasión desmedida por comprender el arte, la vida y todo. No en vano dijo Henry Miller que esas cartas significan la victoria del hombre sobre el arte. La Casa de Cartón fue el más placentero de todos, mil veces lo he leído y siempre ando buscando excusas para abrirlo de nuevo. Los cuentos de Cortázar me hacen reír, entristecerme, sorprenderme como un niño, como alguien que lee por vez primera un texto. Acostumbrado como estoy a despanzurrar los libros en pos de aprender algo con Cortázar quedo indefenso, no puedo. Leí Los miserables y Los detectives salvajes en el verano del 2011, época especialmente feliz de mi vida y sus lecturas supieron adecuarse con la idea de que todo puede perfecto siquiera por unos días. Winesburg Ohio es un libro hermoso y mientras lo leía las preocupaciones y tribulaciones de George Willard eran también las mías. Los 49 cuentos de Hemingway hicieron que replanteara mi narrativa, además que siempre recuerdo escenas de sus cuentos cuando camino por la calle o atravieso el campo en Moquegua. Debí batir algún record mundial de lectura leyendo A sangre fría. ¡Demasiado interesante! Joyce es un maestro y siento un placer inconmensurable cuando me topo con un cuento epifánico. En el camino fue muy especial porque para mí era como ir en el asiento trasero de esos carros desvencijados que se agenciaba Dean Moriarty para atravesar Estados Unidos y desafiar el stablishment que tanto jode la vida. Por último, F. S. Fitzgerald es un maestro y apenas leí el primer tomo de sus cuentos supe que no me detendría hasta conocer toda su obra.

Aunque acepto que existe una gran dificultad para la confección de estas listas, por lo expuesto por Monteza, y porque deberíamos primero definir con exactitud qué es el placer (tarea imposible), exhorto a quien quiera a que haga la suya propia y la comparta para que todos podamos sentir el placer que nos ofrecen sus maravillosos libros.