martes, 4 de octubre de 2011

Texto de Presentación / FIL / 28 de setiembre de 2011 por Juan W. Yufra

EL HOMBRE DE A CERO
Texto de Presentación


Por: Juan W. Yufra
Tomado de La boca del sapo


Quienes gustan del arte de escribir saben que cuando un libro se publica es todo un acontecimiento que trasvasa lo personal. Suele motivar una serie de expectativas: el por qué del título, de dónde la forma que el autor imprime a su escritura, hasta qué punto remeda a la realidad…, en fin, toda una sarta de alucinaciones y una serie de sorpresas que van desde el chisme extraliterario hasta el discurso infame…
Y no hay de qué sorprenderse, pues el prototipo que se construye es un síntoma de la realidad que se intenta subvertir desde “la existencia verbal” del texto; pues toda obra deja constancia de una época y se explica a sí misma o desde la subjetividad de los Otros; y cuando su autor gira en torno a los 20 años; qué debe suceder. Aquí, creo, al margen de la exquisitez que pueda generar su recepción: nace una “inmensa pregunta celeste”:
¿Cómo es el mundo a los 20 años?


Voy a hacer una digresión:
Hace poco estuvo Bryce Echenique en esta feria para presentar una edición de Un mundo para Julius; y lo traigo a colación porque me llamó siempre la atención estas palabras al comienzo de su novela; con respecto a Julius, el narrador dice: “Lo encontraban siempre parado de espaldas, mirando, por ejemplo, una flor”. A qué le da la espalda este niño llamado Julius, a qué mundo se niega con mirar solo la flor o la sinuosa belleza de la realidad que se lleva a la ficción con palabras. He creído por varios años que ese enunciado tiene mucho de El principito de Saint Exupéry; y digo esto, no por joda, lo señalo por la indagación, por la búsqueda que sostiene toda primera obra.
El hombre de a cero, este libro, es una indagación y a su vez un encuentro con el destino del escritor. Vargas Llosa decía que “un escritor antes que nada es un lector, y que escribir era una forma de seguir leyendo”. De allí que uno de los grandes aciertos del libro sea la coloquialidad del narrador con la que se abordan ciertas historias y la anécdota espontánea de sus finales.
Como sabrán, el primer libro que se publica siempre contiene una summa de influencias; y eso es común, casi una regla en la narrativa contemporánea; pero también existen las apuestas, las elaboraciones osadas que crean la figura de un creador en ciernes; su desafío al lenguaje y aquel viejo y entrañable parricidio que se repite de manera liminar.
Veo la portada del libro y sólo un niño me recibe desconcertado; quizá porque “el mundo no era como se lo contaron”; o porque, como diría, Fausto: “nada podemos saber” de esta vida, de esta sociedad que lleva como signo: la violencia y la miseria de una condición humana pervertida por el consumo y la desfachatez de ser una “mierda posmoderna”, en todos los sentidos y en todos los idiomas.
El hombre de a cero, no sólo alude a un carácter dialógico de sus enunciados posibles; sus textos, “en la realidad”, procuran nacer de un grado cero de la escritura como proponía Roland Barthes hace años. Subvirtiendo el statuo quo de la forma y de la literatura como objeto, con relatos donde la anécdota está por encima de la simple elucubración de la historia. Si bien es cierto estas eluden el propósito del cuento clásico; contiene el germen de una curiosa antesala y de una trama posible.
Pero ¿Cómo es el mundo a los 20 años?, qué temas cuestionan al autor, arrinconan a los personajes, qué situaciones la memoria del narrador esconde para proyectarlas en la escritura; si bien la adolescencia marca el desarrollo de una moral que entra en conflicto con la sexualidad y la convivencia de pares, su implementación es recreado en este texto como una razón de la cual surgen la crueldad, la imaginación, la perversión y la fantasía como una necesidad de negar la soledad a la cual sólo nos adscribimos derrotados y envilecidos, nosotros los lectores, de base 3 para arriba, por ejemplo.
Por eso encuentro en El Hombre de a cero algo que es tentativo:
• La mayoría de las historias difícilmente llegan a la ficción de la manera como “estamos acostumbrados”. Pero no es algo que desconecta al lector de la trama de un tajo, sucede que las intensidades se relativizan y gana la anécdota y no el cuento.
• Destaca la irreverencia en el tratamiento de los símbolos sociales de la convivencia
• La elusión en los textos minimalistas como el cuento CAMBALACHE, ALEA LACTA EST, dichas propuestas son gratificantes,
• Los personajes están dominados por un realismo de la modernidad, donde el prodigio de la ironía superpone la crueldad autodestructiva de un destino marcado por la monotonía.
• Influencia de los recursos como la inmediatez, la fugacidad de la emociones y lo superfluo de la vida que hiere hasta la existencia. Paradojas de la cotidianidad cuando solo nos acoge el deseo de resistir y reaccionar contra la estupidez.
• Las relaciones de pertenencia entre los personajes se socava desde el amor no correspondido e incomprendido hasta el rechazo tajante e inmerecido como en el relato Perro de Mierda.
• Cada texto es una introspección en las circunstancias de la vida de los adolescentes, y de la primera juventud…donde la soledad ya no es una simple representación existencial; ya que “crecer no es pues un oficio fácil”, como señala Jesús Martínez Mogrovejo.En la página 32, por ejemplo, el narrador del relato Nunca más volveré a amar dice: “Soy muy joven para describir el paraíso”; con este tipo de aciertos en la ficción, Juan Carlos Nalvarte logra explicar la sutileza de lugares comunes donde la brevedad es un arma, una estrategia que enriquece por su abrumadora elusión. En Sueños Mojados, el lector descubrirá que uno puede ver lo que quiere ver y que no hay regla contra ello, salvo la locura de engendrar hijos con los peligros que eso produce si estos se ejecutan sólo en sueños que se materializan con todo lo que se mueve.
Si el cuento narra, dice algo, explica realidades que se impregnan en la escritura por ósmosis y desde el lenguaje; estas condiciones se cumplen en la mayoría de los relatos de Juan Carlos Nalvarte.Hay relatos como Espejo de mi vida donde se interpreta la monotonía que producen los escenarios modernos. Y cuentos logrados como Amnesia donde la versatilidad y los recursos del autor son inmejorables por el cuestionamiento que se hace a las herramientas que producen sentido.

2 comentarios:

  1. ¡Felicitaciones!

    Lo leeré. Se me pasó a pesar que estuve en la FIL.


    Saludos cordiales,

    José.

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