domingo, 13 de noviembre de 2011

Reseña de "El Hombre de A Cero"

Por: Paolo Tizón Prado


Qué mejor para un autor de la edad de Juan Carlos que iniciar con un proyecto corto y autobiográfico, intimista y atractivo. Me parece que escoger "El hombre de a cero", como obra para publicar, fue una decisión acertada, porque no es pretenciosa ni extensa, no relata desde la inexperiencia, sino que es prudente y lo mejor de todo: narra desde la perspectiva propia, desde la adolescencia que ya poco a poco se va desvaneciendo.
Ironías, contrastes, desahueves y zamaqueadas, que provocan chispazos de recuerdos propios haciéndote sentir comprendido, incómodo o inexplicablemente reflejado en cada relato. Juan Carlos logra que el lector se sienta identificado con cada curioso y -como él llama- perdedor personaje. Provocar una larga sonrisa o un lioso rubor en el lector es una tarea difícil, Nalvartelo hace mediante la temática y las situaciones de los personajes, con el lenguaje y la oralidad de los relatos.


Uno de los grandes defectos encontrados a lo largo del libro es que la voz del narrador (o personaje) no es del todo convincente y genera una constante duda que explicaré con un ejemplo: En el cuento Nunca más volveré a amar se narra la historia de un niño que regala una cadenita a la chica más linda de su clase; cuando intenta darle un tímido beso, la niña le da un rodillazo en “sus huevitos” y le rompe el corazón. Mientras se narra el cuento, se utiliza la primera persona, y el estilo usado no corresponde ala de la edad del personaje, ni es uno totalmente opuesto; es decir, no es ni inocente como un niño, ni contrasta lo narrado con lamadurez de un adulto. Esta duda creo que fácilmente podría ser aclarada por Juan Carlos… sin embargo, el diálogo es con su libro, no con él.
“…Y como que me hipnotiza…” nos hace dar cuenta que el narrador es aún pequeño y no puede describir bien algunas situaciones sin evitar comparaciones de forma elemental.Sin embargo la presencia de otras oraciones como “Si el cielo no está lleno de niñas con esos cachetes, ¿de qué diablos podría estar lleno?” o “Soy muy joven para describir el paraíso” en el mismo cuento, revelan un nivel más reflexivo a la hora de presentar pensamientos. La intención de Nalvarte no queda clara, hay algunas dudas sobre si sus cambios de narradorson adrede o un asunto de azar (o error) y tal vez un uso un poco más pronunciado de esta figura,convertiría a estas expresiones en transiciones perfectas entre tipos de narrador.

Urge un corrector estilístico, o si lo hay, uno más eficiente, como se evidencia en errores como: “Se olvidó su tarea” en vez de “Olvidó su tarea” o “Se olvidó la tarea”.El sólo hecho de dudar sobre si la línea fue intencionada para dar la impresión de un escritor más joven e inexperto o si se equivocó al redactar, convierte de antemano una figura ingeniosa en una equivocación. 
Los títulos de los relatos más interesantes son: Perro de mierda, Alea iactaest, Manchas.Estos están llenos de humor negro, capaz de ridiculizar las más grandes expectativas del mundo, de la vida o de minimizar las que creíamos grandes hazañas. Recomendables a todo aquel que se aventure a leer el libro.
En general es un libro interesante y entretenido, como dije, fue una apuesta inteligente optar por una publicación de este tipo, es de lectura ligera y rápida ya que no requiere mayor profundidad adentrarse en los personajes,estos exponen su intimidad y revelan su personalidad –en ocasiones a migajas y en otros momentos precipitadamente- lista para que el lector se vea embarazosamente reflejado en ella,torturado por las aberraciones o entretenido por las dosis precisas de humor.

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